domingo, 21 de enero de 2007

Por qué decidí ver Rocky Balboa


Iremos contra corriente una vez más. Entre todos los estrenos que pueblan nuestras carteleras podemos encontrar un poco de todo: historias no de héroes o manipulación como "Las banderas de nuestros padres", episodios entrecruzados para retratarnos el vil mundo que nos rodea -"Babel"- o el mundo de nuestros antepasados violentamente recreado -"Apocalypto"-, denuncias más o menos actuales como "Atrapa el fuego" o "Diamantes de sangre". Respuestas, todas ellas, que responden a una visión nada complaciente con la realidad.

Que alguien ose, se atreva a decirnos, vendernos que, nunca es tarde cuando la dicha es buena o como el dicho asturiano, después de vieyu gaiteru, supone todo un atrevimiento. Tiene aún más delito si estamos hablando de todo un musculitos entrado en años, con un curriculum vitae existencial de rockys y rambos, que decide recuperar una de sus viejas glorias para volver a contarnos el mismo cuento de triunfo y superación, pero con 60 primaveras encima, cayendo con todo el equipaje en el más estrepitoso de los ridículos.

Pero no cae. Rocky Balboa es un ejercicio poco saludable pero absolutamente recomendable de nostalgia. Aquel que piense que Rocky era sólo una película de boxeo está equivocado, pues era sobretodo una película sentimental, una dosis pura y sin adulterar de romanticismo. Que Sylvester Stallone vuelva por sus fueros en un Hollywood de ceros y unos, para decirnos que nada se termina hasta que uno lo decide, resulta el más sano ejercicio de ternura cinematográfica visto en los últimos tiempos, un auténtico Volver a Empezar pugilístico al que el mismísimo José Luis Garci habría querido apadrinar.

Rocky Balboa es una película imperfecta pero honesta que, no sólo no cae en el ridículo, se hace necesaria como un digno acto final para una saga que creíamos ya había expirado en los 90. La deliciosa partitura de Bill Conti desarrolla en clave sentimental el tema de siempre, acompañando unos diálogos que se respiran agridulces, casi como un viejo tema de blues al que Stallone le ha cambiado el ritmo hasta convertirlo en un rap.

Que en la cartelera de hoy siga habiendo un lugar para
Rocky Balboa es, como la taquilla así parece confirmarnos, algo reconfortante.

Saludos Sly y gracias.


Por Pepe Martín

Rocky Balboa [EE.UU., 2006]. 102 min. Escrita y dirigida por Sylvester Stallone. Fotografía: J. Clark Mathis. Montaje: Sean Albertson. Música: Bill Conti. Intérpretes: Sylvester Stallone, Burt Young, Milo Ventimiglia, Geraldine Hughes y James Francis Kelly III.