sábado, 1 de octubre de 2011

El Árbol de la Vida


Dicen algunos científicos y estudiosos que un meteorito de grandes proporciones eligió nuestro planeta para estrellarse, causando un inmenso socavón que exterminaría a los dinosaurios de la faz de la Tierra. Aquello quizá fuera una rectificación divina para que al ser humano le resultase un poco más llevadera su existencia. No me imagino yo compartiendo muslo de pollo con un triceratops o un velocirraptor, como nos dejó claro Spielberg en Parque Jurásico.

Terrence Malick parece sugerirnos que, detrás de todo esto, hay alguien todopoderoso. Su convicción se traduce en bellísimas imágenes que invaden nuestra mirada para calarnos de existencialismo y, contarnos de paso, desde el origen del Universo hasta el fin de nuestros días. (¡Casi nada!). El Árbol de la Vida se me antoja entonces como una película que busca dentro de nosotros; lo hace a ritmo de una sinfonía donde fluyen las notas de Bach, Mozart, Berliotz, Mahler,... alternadas con la composición para la película de Alexandre Desplat.

Como hiciera con Bad Lands (Malas Tierras) en 1973, utilizando a Sissy Spacek como narradora en voz en off, aquí se sirve de la bellísima Jessica Chastain para hilvanar este poema cinematográfico que nos devuelve nuestra fe perdida en el cine inmenso. Y lo consigue sin 3D, sin olorama, sin butacas vibratorias. No estamos en un parque temático. El Árbol de la Vida sólo hace uso de lo que en su día estableció David W. Griffith con la invención del lenguaje cinematográfico. La narración en su estado más puro.

Reconociendo que soy el primero en apuntarme al consumo de un buen cartucho de palomitas, dado el caso, y a ser posible, en una buena película de acción. Este film no es para eso. El Árbol de la Vida es cine en serio. Por favor, absténganse incontinentes del móvil, graciosos frustrados, ¡oh valientes en medio de la oscuridad que les ofrece la sala de cine! Padres y madres, sean responsables. Esta no es la película indicada para llevar a su bebé, ni a su niño, por favor, llévelo a una de dibujos, y a una hora prudente. Añadido a todo esto sugiero un último ingrediente, indispensable para una óptima experiencia cinematográfica, suya, y también no menos importante, la de su prójimo, el sano ejercicio que en su día me enseñó mi abuelo la primera vez que me llevó al cine: sentarse, observar y escuchar en silencio. El resto lo pone Terrence Malick, que nos regala una inolvidable experiencia para los sentidos.

Terrence Malick (Ottawa, Illinois -1943-) ha dirigido cinco largometrajes en su hasta ahora carrera cinematográfica:
1973 - Bad Lands (Malas Tierras), con Martin Sheen y Sissy Spacek.
1978 - Days of Heaven (Días del Cielo), con Richard Gere y Brooke Adams.
1998 - The Thin Red Line (La Delgada Línea Roja), con James Caviezel, Sean Penn y Nick Nolte.
2005 - The New World (El Nuevo Mundo), con Colin Farrell y Q'orianka Kilcher.
2011 - The Tree of Life (El Árbol de la Vida), con Brad Pitt, Jessica Chastain y Sean Penn.